La dependencia emocional es un patrón persistente que tiene sus picos y sus llanos. Es propenso en PAS (personas altamente sensibles) y presenta comorbilidad (patologías que se dan simultáneamente) con ansiedad, neurosis, depresión, etc. Diversos psicólogos la han propuesto como un trastorno de la personalidad (ADAVAS, 2005; Castelló, 2005; Ferré, 2018). Por lo que esta tendencia va estar latente durante toda la vida.
Esto nos lleva a cuestionar las estrategias de marketing que nos venden el tratamiento de la dependencia emocional, como si se tratara de un tema de superación personal. Por ejemplo, Silvia Congost (2020), afirma: «Solo cuando sepas quien eres y hacia donde vas, podrás decidir quien quieres que te acompañe» ¿No es sensacional esta frase? Ahora bien, ¿Qué tiene esto que ver con el tratamiento de una patología?
Anuncia que cuando «sepas quien eres» (como si no fueras ya quien estás siendo) y «hacia donde vas» (como si tu vida no hubiera emprendido aún su curso), entonces (y fíjate cuánta demagogia hay en esta afirmación) ¡podrás DECIDIR quien quieres que te acompañe!
Uno de los síntomas más virulentos y dolorosos de la codependencia, es precisamente la necesidad de control absoluto ¿Es doloroso porque no se consigue dicho control? No, es doloroso porque si tienes que controlarlo todo para estar bien, entonces es que no te puedes fiar de nadie, ni siquiera de ti mismo.
«Uno de los síntomas más dolorosos de la codependencia, es la necesidad de control.»
Mensajes del tipo «Querer es poder» generan mucho sufrimiento cuando «querer» se confunde con «valer», y «poder» con «amor». De esta manera, «valer es (tener) amor»: Si demuestras quien eres, que sabes que sabes lo que quieres, etc., entonces merecerás amar. Dirigir este mensaje a un colectivo que sufre por sentirse inadecuado, es alimentar su reactividad por propia conveniencia.
El amor, supone dejar ser. Sabiendo esto, una frase de acompañamiento terapéutico, sería: No necesitas saber quién eres, ni adónde vas, para que tu vida transcurra en paz, junto a quienes vayan a estar a tu lado. Se trata de una formulación que no es interesada. Pero es la verdad, por poco gancho comercial que tenga.
Lo que a mí me gustaría, como paciente o como terapeuta, ha de quedarse fuera de la consulta. En caso contrario, ¿te imaginas ir un especialista y que te diga lo que sabe que quieres escuchar, porque así seguirás yendo? ¿Qué ocurre entonces con la verdad que puede sanarte, independientemente de que te guste o no?
«Lo que a mí me gustaría, como paciente o como terapeuta, ha de quedarse fuera de la consulta.»
En la codependencia, la persona se siente profundamente inadecuada. Por eso que alimentar el discurso de que quién debería ser («si lo hiciera mejor, si supiera quién soy y a dónde voy, podría incluso decidir con quién estar») hace que el sufrimiento por ser quién ya se está siendo, se justifique. Esto aviva el odio y la lucha contra una misma.
CONCLUSIÓN
Siempre ha habido y siempre habrá quien haga negocio del dolor ajeno. Pero una terapia seria no puede fundamentarse en estrategias propias de grupos de interés (comercial, de influencia, etc.). En todo caso, es así como se vende. Por lo tanto, una intervención terapéutica apropiada, pasa por desarrollar el pensamiento crítico, para que decidir («quien quieres que te acompañe») no sea un premio (versus un castigo), sino un reconocimiento hacia uno mismo.
BIBLIOGRAFÍA
ADAVAS, Asociación de ayuda a víctimas de agresiones sexuales y violencia doméstica (2005): X Jornada de dependencia emocional. Junta de Castilla y León.
Castelló Blasco, J. (2005): Dependencia emocional. Madrid. Alianza Editorial.
Ferré, S. (2018): La revolución afectiva: De la dependencia emocional al agenciamiento afectivo. Barcelona. Ed. Círculo Rojo.
Congost, S. (2020). La voz de mi alas. Barcelona. Ed. Zenith.
