Trastornos de la personalidad
¿Sabes lo que es sentirte vacío? Me refiero a experimentar que no eres nadie. No en un sentido social, porque aún la peor de las personas es alguien; sino en un sentido psicológico, como si no hubiera nada consistente en ti. Eres como una hoja en blanco: si te dan amor, eres amado; ante el desamor, un desahuciado; si no te hablan, irrelevante; si son fríos contigo, la peor de las personas. Este agujero negro en donde se supone que deberías estar tú, es la vorágine que produce los trastornos de la personalidad.
Hablar de trastornos de la personalidad no es hablar de tipos de personalidad o de personas trastornadas. La persona, que es como es (y en esto no hay trastorno), se agarra desesperadamente a clavos ardientes al sentirse arrastrada por la corriente de la vacuidad.
“¿Dónde irás? ¿A dónde huirás? ¿Dónde te esconderás? En ninguna parte. Porque ya no queda nadie como tú.”
La personalidad, que debería ser un medio para un fin (vivir), se convierte en el fin último, inflándose con un sentido exacerbado de sí misma, de manera que la persona pierde la conexión con su propia vida. El énfasis puesto en la importancia personal, sea porque valgo mucho o porque valgo poco, impiden que la vida sencillamente sea.
El fluir de la existencia se experimenta entonces como una cuestión sacrificial. Cuando una persona funciona como si fuera un dios, aquí hay un trastorno. No porque la persona esté mal, sino porque funciona de una forma que la trastorna.
El tratamiento pasa pues por diferenciar a la persona que sufre el trastorno, del trastorno que sufre la persona. Esta tarea es harto ardua cuando para la persona (incluso también para su entorno) no existe diferencia entre una cosa y otra. Ocurre como en El Quijote, donde Alonso Quijano (persona) se identifica con Don Quijote de la Mancha (personaje), y esto hace que, en vez de molinos de viento, vea (y se enfrente) con terribles gigantes. Esta épica genera un gran sufrimiento en su vida.
Paso a especificar las características de los trastornos de la personalidad más frecuentes:
La persona experimenta un continuo autoboicot, como si se hubiera declarado la guerra a sí misma, utilizando como artillería emociones intensas y contradictorias que le hacen perder el control. Se siente deficiente en comparación con los demás. Por lo que se vuelve dependiente ante la idea de ser abandonada debido a este hecho.
Nos referimos aquí a una dependencia instrumental, no tanto emocional (como sería el caso de la dependencia emocional). La persona se siente incompetente y necesitada de los demás para sobrevivir, obtener recursos y tomar decisiones.
Las personas que lo sufren, anhelan relacionarse en la misma medida en que temen ser dañadas al poner sus vidas en manos ajenas (amar a alguien, otorga a éste una influencia significativa sobre la persona). Esto las devuelve distantes, aunque deseosas de contacto.