Psicología clínica
Según la psicología académica actual, funcionamos a modo de una máquina regulada por procesos educativos, sociales, genéticos, biológicos y fisiológicos, aunque insiste sobre todo en los tres últimos, debido a su facilidad para ser sometidos al método científico (que puedan ser medidos, reproducidos y repetidos). Hablaremos pues de las emociones en tanto que sus componentes conductuales, autonómicos y endocrinos.
Según investigaciones mediante técnicas de neuroimagen, la regulación emocional se produce principalmente en las zonas de la amígdala y la corteza cingulada tengan también su papel.
“Lo que vemos cambia lo que sabemos. Lo que conocemos cambia lo que vemos”.
La amígdala no sólo decide sobre la respuesta, aprendizaje y modulación emocional, sino que destaca por ser determinante en cuanto al miedo que experimentamos. En este sentido, es fundamental conocer sus dos vías de procesamiento (lenta y rápida), y el papel regulador que, gracias a la primera, desempeña la corteza prefrontal.
La corteza prefrontal adecua nuestra respuesta emocional al contexto (social, ético, de valores) en el que vivimos, evaluando los juicios morales, atendiendo a pros y contras, disminuyendo así el condicionamiento del miedo y las conductas lesivas. Precisamente ésta es la zona que ejercitamos durante las sesiones de terapia.